A un miedo de arriesgarlo todo

A un miedo de arriesgarlo todo

Llega un momento en que la vida deja de susurrarte y empieza a gritarte desde adentro. No se trata de una crisis externa, sino de una revolución silenciosa que empieza a empujarte desde el centro del pecho.

A un miedo de arriesgarlo todo

Llega un momento en que la vida deja de susurrarte y empieza a gritarte desde adentro. No se trata de una crisis externa, sino de una revolución silenciosa que empieza a empujarte desde el centro del pecho. Algo en vos ya no soporta más el autoengaño. Las máscaras empiezan a caer solas. Lo que antes justificabas ya no tiene sustancia. Lo que tolerabas, ahora pesa. Lo que escondías, ahora pide salir a la luz.

Y entonces, sin que puedas evitarlo, llega ese punto de inflexión.

Ese instante donde entendés que seguir por donde ibas sería traicionarte.

Que no podés continuar el camino de siempre si eso implica seguir alejándote de vos.

Te das cuenta de que la coherencia no es solo una palabra linda, es una práctica diaria. Es que lo que decís esté en sintonía con lo que hacés. Que lo que sabés, lo vivas. Que lo que compartís con el mundo, también te transforme a vos. Porque ya no alcanza con leerlo en un libro, repetirlo en voz alta o decir “yo sé”. Ahora se trata de encarnarlo. De ser lo que decís que sos. De elegir, aunque tiemble todo.

Y sí, da miedo.

Porque arriesgarlo todo no es un juego.

Es mirar atrás y dejar personas, lugares, costumbres, incluso partes de tu identidad.

Pero más miedo da vivir desde la mentira. Más miedo da no ser leal a lo que el alma grita.

Y si lo que duele es soltar, lo que asfixia es quedarte en lo que ya no sos.

No se trata de huir, sino de cruzar.

De cambiar de vereda.

De elegir esa en la que te honrás.

Esa donde no buscás aprobación ni te excusás, sino que caminás con la frente en alto y el corazón en las manos.

Esa donde hay verdad, aunque sea incómoda.

Donde hay libertad, aunque implique pérdida.

Donde hay alma, aunque el ego no entienda.

Estás a un miedo de arriesgarlo todo…

y a un acto de valentía de encontrarte.

¿Y si lo que más temés perder, es justamente lo que ya no necesitás?

¿Qué estás dispuestx a soltar para ser verdaderamente vos?

Llega un momento en que la vida deja de susurrarte y empieza a gritarte desde adentro. No se trata de una crisis externa, sino de una revolución silenciosa que empieza a empujarte desde el centro del pecho.

Te puede interesar
Cerrar X