¿Por qué hago lo que hago en El Imaginario de Yo Soy?
Porque en este mundo tan veloz, tan lleno de ruido y de distracciones, donde lo urgente tapa lo importante y donde muchas veces nos olvidamos de nosotros mismos, siento que hay una necesidad profunda de volver. De recordar. De despertar.
Cada pieza que nace desde El Imaginario de Yo Soy —los diarios del sueño, los kits, los collages, los oráculos, los ejercicios creativos— es una herramienta, sí. Pero también es un puente. Una llave. Un susurro. Una señal para invitarte a regresar a vos. A lo que sos de verdad, debajo de las capas, las historias heredadas, los condicionamientos, los miedos y las expectativas.
Porque no estamos acá para caminar por la vida dormidos, repitiendo lo que otros esperan de nosotros, siguiendo recetas ajenas para lograr una felicidad enlatada. Estamos acá para recordar que hay un mundo entero dentro de nosotros. Un mundo que se activa, que se hace presente, que se ilumina cuando lo sostenemos desde el adentro, cuando lo alimentamos con presencia, con conciencia, con amor.
Hago todo esto porque creo en el poder de conocernos a nosotros mismos. Porque cuando nos conocemos, nadie puede manipularnos, distraernos ni llevarnos por caminos que no son nuestros. Porque discernir es un acto sagrado. Y la claridad interior es el antídoto contra la alienación, la confusión y la desinformación emocional.
Cada elemento de El Imaginario de Yo Soy está pensado como un espejo. No uno que muestra lo externo, sino uno que revela lo profundo. Lo que está latiendo, esperando ser mirado, sentido, nombrado. Por eso, cuando propongo un diario del sueño, no es solo para registrar lo que pasa mientras dormís, sino para escuchar lo que tu alma te susurra entre símbolos. Cuando creo un oráculo, no es para adivinar el futuro, sino para que tu presente te hable con más claridad. Cuando armo un kit, lo hago como quien prepara una ceremonia íntima, una alquimia de palabras, aromas, colores y formas que despiertan memorias internas.
Este es mi granito de arena en el mundo. Es mi forma de decir: estoy acá, despierta, caminando con sentido. Porque no vine a esta vida a repetir, a imitar, a llenar espacios vacíos. Vine a crear. A sembrar conciencia. A ofrecer imágenes, frases, caminos y rituales que inspiren a otros a sostener su propio despertar.
No todo lo que hago tiene una forma lógica. Muchas veces, nace desde una vibración, una visión, una intuición. Porque el arte, como el alma, no se explica, se siente. El Imaginario de Yo Soy no es una marca. Es un refugio. Un laboratorio espiritual. Un diario colectivo. Un espacio donde el misterio tiene permiso, donde el juego es sagrado, donde lo invisible encuentra forma.
Y quizás, si cada persona que entra en contacto con este universo, puede encender una chispa interna, mirar distinto, preguntarse algo nuevo, abrazar una parte olvidada de sí… entonces, esa pequeña chispa se convierte en fuego. Y ese fuego en camino. Y ese camino, en huella.
No estamos solos. No estamos perdidos. Solo necesitamos volver a mirar hacia dentro. Y recordar.